"El niño rebelde"

Es una de las categorías más recurrentes en las que cae un adulto para calificar la conducta difícil que presenta un niño, incluso cuando esta resulte de forma transitoria, el calificativo perdura. Este tipo de niños o niñas tiende a presentar una inseguridad afectiva y muchas veces es acompañado de dificultades en su autoestima. Al presentar esta inseguridad afectiva es esperable que sus conductas originen celos, rivalidad con algún hermano o hermana que presente mejor comportamiento y por ende mayores reforzadores, en algunos casos esta falta de atención paterna debido al cansancio que pueden generar sus conductas, genera un incremento en sus conductas desajustadas queriendo aumentar la atención que ya no logran. Pasando a ser la rebeldía una especie de desquite, logrando una atención que se independiza de la calidad de este, ya se para castigarlo o gritarle el niño o niña logra atención.

Pero ¿cómo se genera un niño problema o rebelde?, ¿que estaría a la base de estas conductas?, o ¿en que situaciones se pueden presentar?, son preguntas que aparecen de forma continua, y quizás no exista una respuesta precisa, sin embargo se pueden llegar a identificar la falta de normas o el exceso de estas; siempre es necesario la existencia de normas, pero muchas veces existen familias que llenan la vida de los niños de normas que no los dejan pensar por sí mismos, como también existen otras familias que no existe ninguna norma y que el niño se siente extraño cuando hay una sociedad o colegio que quiere normarlos. Por lo que hay que llegar a un equilibrio que le permita al niño adaptarse a las distintas situaciones de la vida.

En otras ocasiones existen niños que pasan por un periodo depresivo y que equivocadamente se les tilda de niño rebelde, al presentar conductas desafiantes o con mucha irritabilidad, por lo que habría que atender a como se presenta su ánimo y como se ve realmente este niño.

También existen niños o niñas que presentan síndrome de déficit atencional y que la mayor parte de su vida han transcurrido con críticas muchas veces por conductas que para ellos resultan involuntarias, ya sea por no concentrarse, por hablar demasiado, por pararse de su silla, por olvidar sus cosas, etc., lo que nos enfrenta a un niño que en una etapa preadolescente ya no acceda tan fácilmente a estas críticas y responda de forma negativa o impulsiva. Por lo que es necesario ignorar las conductas negativas de menor importancia e ir continuamente reforzando las conductas positivas.

Por todo lo comentado anteriormente no existe una formula específica para detener este tipo de situaciones, pero el llamado a los padres es recordar que estos niños además de normas consistentes, que necesitan una figura adulta presente que los contenga y acoja en todo momento, y tener la posibilidad de solicitar ayuda cuando esto no logre un mayor control.

Juan Andrés Orias Salazar
Psicólogo