El Rol de la Regulación Emocional

  • 09 de Agosto de 2017

Durante estos últimos días, se dio a conocer un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), donde se reporta que aproximadamente un 17% de la población chilena sufriría algún cuadro depresivo de mayor o menor severidad, lo que sería una de las tasas más altas a nivel mundial, junto con Corea del Sur. Además en ambos países, la tasa de suicidio de niños y adolescentes aumenta cada año en vez de disminuir, lo que es considerado grave. La importancia de abordar este tema del rol de la regulación emocional, surge ya que, diversos estudios han encontrado una relación significativa entre las dificultades para regular las emociones y la presencia de trastornos psicológicos, principalmente trastornos ansiosos y depresivos. A modo de ejemplo, las personas que no regulan eficazmente sus emociones presentarían interacciones menos sanas con los otros y enfrentarían menos adecuadamente situaciones estresantes.

La regulación emocional tal y como la plantearía Thompson en 1994, (uno de los autores más referidos dentro de la temática), implicaría un conjunto de procesos extrínsecos e intrínsecos responsables de monitorear, evaluar y modificar las reacciones emocionales, especialmente su intensidad y características en el tiempo, con el objetivo de alcanzar las propias metas. Esta definición es considerada básica por varios autores, ya que permite conceptualizar la regulación emocional como un proceso que ayuda al ser humano a manejar sus estados emocionales, para lo que puede utilizar distintos tipos de estrategias que conducen a ese objetivo.

Garrido-Rojas en el 2006 y otros autores anteriores, enfatizan que la elección de estas estrategias, tiene que ver con el estilo de apego que tengan las personas, es decir, en cada estilo de apego, se tendería a privilegiar ciertas formas de manejar y regular las emociones por sobre otras. El apego sería concebido entonces por los autores como la regulación diádica de la emoción. Es decir, desde el nacimiento en la interacción madre – hijo a través de las conductas afectivas de los cuidadores se modelarían estrategias de regulación emocional. Por lo tanto él cómo lo hagamos pronosticará cómo será la expresión, modulación y flexibilidad en el control de las emociones de nuestros hijos en su infancia, adolescencia y adultez.

Es así como para favorecer la regulación emocional de nuestros hijo y así evitar que caigan en estados depresivos o ansiosos futuros, debemos desde que nacen: ser responsivos frente a las señales de estrés, ser capaces de confortarlos, animarlos e interactuar con ellos, no utilizar como prácticas de crianza aquellas que incluyen como método la retirada del amor al niño, si rechazamos las señales afectivas o expresiones afectivas, los niños aprenden a inhibir los afectos que son rechazados por sus madres y con ello que la expresión de ciertos afectos como la rabia, por ejemplo, es contraproducente. Favorecer el contacto afectivo cercano, evitar prácticas cambiantes o inconsistentes. Para terminar, como se plantea en la literatura “niños seguros aprenden el valor predictivo y comunicacional de las señales interpersonales, dando sentido a cogniciones y afectos”.