Desde hace algún tiempo que los temas de violencia están dejando de ser un tema tabú en nuestra sociedad, hoy cada vez se habla más de ellos en la televisión, reuniones de apoderados, en la sobremesa, en el trabajo, en las salas de clases, entre otros espacios. Quedo atrás el tiempo en que los temas de violencia, como tratarlos y como prevenirlos, sólo esté en los libros de psicología, donde uno en su momento los estudió, sino que es momento de que deben estar en la conciencia y en el discurso diario de padres, madres, profesores, parvularias, profesionales de saludos, entre otros. Debe ser parte de los valores a enseñar día a día. Al ser conscientes de nuestros derechos como el respeto por ejemplo, mujeres y hombres, adolescentes y niños se empoderan y son capaces de exigir que se les bien trate.

Ya sea en temas de violencia intrafamiliar, violencia en el pololeo y/o violencia escolar, no sólo está el agresor(es) y el agredido(os), la mayoría de las veces por no decir siempre hay un testigo u observador de los hechos que podría cumplir un rol clave. Christina Salmivalli, profesora de Psicología de la Universidad de Turku, Finlandia, a través de una serie de investigaciones ha podido determinar que un factor clave que perpetúa la intimidación en tema de violencia escolar, es la participación de los “observadores” en el acoso escolar. Esta autora, conceptualiza, la violencia escolar o bullying escolar como una aquella agresión sistemática y repetida en el tiempo hacia una misma persona, la que presenta dificultad para defenderse y ponerle termino a esta situación. El acoso escolar se considera, una estrategia del agresor para demostrar su poder en el grupo y para ello escogerían a personas en una posición de debilidad. Cabe destacar que al agresor no quiere demostrar su poder sobre la víctima solamente, sino que los agresores quieren demostrar este poder y estatus a los demás.

Salmivalli, ha diferenciado cuatro tipos de observadores y ha descrito su roles dentro del acoso escolar. Además del acosador y del acosado, distingue a: los asistentes de los agresores que ayudan al agresor, los reforzadores de los agresores, que lo refuerzan en la agresión, riéndose por ejemplo. Los externos que son aquellos que aun sabiendo que la agresión es negativa, se retiran de la situación, sin tomar partido por el agresor ni por el agredido y los defensores de la víctima, que son aquellos que toman partido por los agredidos, deteniendo la experiencia violenta y apoyándolos. Cabe destacar, que los adultos también podemos caer en la categoría de observadores externos, si por ejemplo, como madre me entero por mi hijo que un compañero está sufriendo bullying y no hago nada y pienso que ese problemas es del padre o madre del otro niño y no mío, o si como profesor o profesora me entero de que un estudiante está siendo acosado y no me involucro y no hago nada.

Conociendo el rol crucial que ejerce los observadores, el trabajo de los padres, la comunidad educativa y el trabajo de los profesionales de la salud, debería entonces estar orientado no sólo en llevar a cabo acciones que involucren al agresor y agredidos y sus familias, sino que además educar a los compañeros, los observadores, ya que varios de ellos sino todos lo serán, para que se sean menos asistentes, menos reforzadores y menos externos y se transformen más en observadores defensores, capacitados, sensibles, que no tengan miedo de involucrarse, que sean empáticos con el dolor de los otros, que sepan a quien pedir ayuda y cuando, para que finalmente defender al otro deje de ser la excepción a la regla y que pase a ser una tarea de todos.