- 07 de junio de 2017
- por Juan Orias
Es una de las categorías más recurrentes en las que cae un adulto para calificar la conducta difícil que presenta un niño, incluso cuando esta resulte de forma transitoria, el calificativo perdura. Este tipo de niños o niñas tiende a presentar una inseguridad afectiva y muchas veces es acompañado de dificultades en su autoestima. Al presentar esta inseguridad afectiva es esperable que sus conductas originen celos, rivalidad con algún hermano o hermana que presente mejor comportamiento y por ende mayores reforzadores, en algunos casos esta falta de atención paterna debido al cansancio que pueden generar sus conductas, genera un incremento en sus conductas desajustadas queriendo aumentar la atención que ya no logran. Pasando a ser la rebeldía una especie de desquite, logrando una atención que se independiza de la calidad de este, ya se para castigarlo o gritarle el niño o niña logra atención.